domingo, 23 de diciembre de 2012

Zombis

Acabo de terminar de jugar el quinto y último capítulo de Telltale’s The Walking Dead, y me puse a pensar un poco en lo interesantes que son los zombis, no sólo como monstruos para dar miedo en una historia que lo necesite, sino también como dispositivos narrativos útiles para guiar historias que penetren en este asunto tan curioso y profundo que es la moral humana.


Desde la primera vez que vi 28 Days Later, aprendí a apreciar un nuevo tipo de zombi, que la película inventó o popularizó, y que aparece también en las geniales Zombieland y [•REC]: el ZOMBI VIVO. Es el zombi que, a diferencia del cadáver caminante clásico, está completamente vivo, como cualquier hijo de vecino, sólo que en una especie de trance asesino irreversible.


Desde esta película es que me interesaron las historias de supervivientes de la catástrofe zombi, y durante mucho tiempo estuve convencido de que el zombi vivo, el que no es un zombi en el sentido entero de la palabra, el mero humano infectado, posibilitaba historias mil veces más interesantes que las historias que generan típicamente los zombis más clásicos.

The Walking Dead, sin embargo, tiene zombis clásicos, los muertos que muerden, y sus historias y personajes son extraordinarios. Estoy hablando tanto de la serie de televisión como del juego (y seguramente la historieta, cuando me tome el tiempo de leerla). Yo realmente pensaba que para hacer una historia interesante de zombis era necesario apelar a un virus tipo la rabia, hacerlo más creíble científicamente, y poner zombis que se transforman en segundos sin necesidad de sufrir horas de fiebre. Pero bueno, The Walking Dead me mostró que nada de eso es necesario, lo único necesario es escribir bien.

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